Publicado en Wadi As el 27 de julio de 2007.
¿Qué quién soy? Pues un robot con hora de arranque y de desconexión, con tiempos reservados para todo y todos menos para una misma, con funciones que se activan desde un control remoto y ajeno a mis circuitos. Un robot que se levanta a las 6, que se asea siguiendo paso a paso el mismo protocolo día tras día, que desayuna a las 7 lo mismo según un mismo orden y escuchando la misma emisora de radio, que a las 8 coge el metro en el mismo andén donde coincide con otros robots que a su vez han tenido que dejar iniciados los sistemas operativos de sus hijos, y/o los de sus padres, y/o los del amiguete que se hospeda en casa, para llegar al trabajo a las 9.
Por circunstancias ajenas a nuestra red de cables, y por una proporción aritmética inversamente proporcional, las horas avanzan a un ritmo muy superior al que aplicamos para resolver los asuntos, de manera que el índice de tareas pendientes, lejos de verse reducido, aumenta con el paso del tiempo. “¡Atención, bloqueo en la línea!”. Son las 9,30 horas y ya han saltado todas las alarmas. “¿Podré llegar viva a las 10,00?”, te preguntas. El caso es que sí, que llegas viva, o al menos, la carcasa llega intacta a las 11, a las 12… y a las 13,00 horas, momento en que por azar miras el calendario y gritas: “¡El cumple de ‘Fulanita’!”. De repente recuerdas que te has olvidado de que hoy es “n” de julio y que la chica que en tu lista de contactos aparece como “mejor amiga” cumplió años el “n-1”, es decir, ¡ayer! Se te nubla la vista. Se te atoran los circuitos. La llamas. Como es otro robot, te dice que gracias, que no pasa nada, que te tiene que colgar enseguida porque se mete en una reunión, luego tiene comida de trabajo y después que llevar al niño a una ludoteca.
Entre unas cosas y otras, se te han hecho las 16,00 horas y sigues sin comer. “¡Alimentación insuficiente! ¡Batería baja!”. Pero no hay tiempo para repostar, así que te apañas con una pulguita de jamón o un pincho de tortilla, pa ir engañando el hambre. Y estando cerrando el “gran asunto” de la semana, te llama tu pareja y te avisa que te va a hacer una cena sorpresa esta noche. “¡Error al cargar el archivo!”. Fíjate por dónde que cuando metes la cita en la agenda se enciende una alerta para contarte que tienes pilates de 20,30 a 21,00 horas, ducha con sales de 21,00 a 21,30, hablar con padres de 21,30 a 22,00, tumbar en el sofá de 22,00 a 22,30, lavar platos de 22,30 a 23,00, preparar el calendario de actividades de mañana de 23,00 a 23,45, y echarte a dormir a medianoche, y, ¡claro!, como él es otro robot, te dice que vale, que aplaza la sorpresa. “Este programa no responde y debe cerrarse”. Pues, hala. Se acabó por hoy.
Responder